miércoles, 25 de julio de 2012

LA DIETA YO-YO //SUBIR Y BAJAR







LA DIETA YO-YO . EL SUBIR Y BAJAR
Lo peor que le puedes hacer al cuerpo es bajar de peso, subir nuevamente (aumentándole

intereses), bajar y nuevamente volver a subir (como siempre con intereses). Ese tipo de dietas

pueden producir una disminución en el metabolismo y también enfermedades del corazón y

cáncer.



Autora: Mijal Gilón



Si jugaron con un yo-yo cuando eran niños, seguramente recuerdan como sube y baja, sube y

baja, sube y baja y lo repite una y otra vez. Muchas personas que están “a dieta de manera

crónica”, que hacen dieta casi a lo largo de toda su vida, experimentan el mismo movimiento,

pero en su peso.



¿Y esto es malo?



¡Es pésimo! Las investigaciones muestran, que poco sobrepeso puede dañar menos que

épocas de dieta yo –yo, que dificultan el mantener un peso adecuado por un tiempo

prolongado, y pueden producir la disminución del ritmo del metabolismo en el cuerpo y

disturbios alimenticios y una pésima autoestima. Según algunas investigaciones, los ciclos de

grandes cambios en el peso también elevan el riesgo de desarrollar enfermedades al corazón y

algunos tipos de cáncer.



¿Por qué es malo? la explicación fisiológica



Épocas de grandes cambios en el peso son por lo general el resultado de una dieta muy

estricta, desde el punto de vista de una disminución de peso rápida o de la utilización de

métodos peligrosos para bajar de peso como pastillas y “maquinas milagrosas” de todo tipo.

Nuestro cuerpo tiene tejidos de músculos y tejidos de grasa. Los tejidos de músculos

funcionan más desde la perspectiva del metabolismo y por lo tanto el objetivo es mantenerlos

e incluso aumentarlos. Los tejidos de grasa funcionan menos desde la perspectiva del

metabolismo, es decir, utiliza menos energía. La grasa es el depósito de todas las calorías

sobrantes que ingresaron en nuestro cuerpo y no se aprovecharon y de ellos nosotros

esperamos deshacernos cuando deseamos adelgazar.

Cuando hacemos una dieta muy baja en calorías, bajamos de peso principalmente por la

pérdida de tejidos musculares y líquidos y solo un poco por la pérdida de los tejidos de grasa.

Cuando subimos nuevamente de peso (por lo general es con un aumento de “intereses”)

aumentamos principalmente la capa de grasa. Así que si evaluamos la constitución del cuerpo

del los que hacen dieta yo-yo a lo largo del tiempo, descubriremos que al final del proceso el

cuerpo tiene mucha más grasa y mucho menos músculo que antes de su último yo-yo y así

continúa sucesivamente. Con las dietas se puede perder peso, por cada 10 kg de baja, se han

perdido 6 kg de grasa y 4 kg de musculo!!! Luego se recupera todo el peso pero de los 10 kg 8

son de grasa y solo 2 kg es musculo que se recupera. De allí la flacidez de quienes han

realizado varias dietas.

Si los ciclos de yo-yo se repiten, así mismo el cuerpo necesita cada vez menos calorías para

mantener su peso (porque tiene mucho menos tejidos musculares que funcionan desde el

punto de vista del metabolismo (cada kg de musculo quema 30 calorías por día) y mucho más

tejidos de grasas(cada kg de grasa quema solo 6 calorías por día) que no funcionan desde el

punto de vista del metabolismo, por lo que necesita menos calorías para su funcionamiento

diario. ¿Y qué le ocurre a las calorías sobrantes? ¡Que se almacenan como grasa! El resultado:

también engordan y también les es más difícil adelgazar en el siguiente intento.



¿Por qué es malo? la explicación del comportamiento



La pérdida de peso, que subimos después de forma constante, no solamente lentifica el

metabolismo en el cuerpo, también aumenta la sensación de frustración y fracaso. El resultado

es por lo general el deseo por lo dulce y la perdida de fuerza de voluntad.

La siguiente situación seguramente te parece conocida de una forma u otra: decidiste empezar

una dieta y te impusiste evitar completamente el chocolate, lo que más te gusta. Al principio

es bastante fácil, pero después la tentación crece y se vuelve insoportable, y es entonces, sin

saber exactamente cómo, en un instante el chocolate de pronto se encuentra en tu boca y junto

a él te llenas de sentimientos de vergüenza y culpa por el “pecado” que cometiste. Los

pensamientos te dan vueltas en la cabeza: “Destruí todo”, “no tengo fuerza de voluntad”, “soy

un fracaso”, “para qué esforzarme, de todas maneras me voy a dar por vencida/o”.

Estos pensamientos negativos por lo general nos conducen a comer mucho más. ¿Por qué?

Porque si creemos que nos falta la columna vertebral y despertamos compasión, es de suponer

que nos comportaremos de acuerdo a esto. Si ya es así, pues que sea así y entonces no

comeremos únicamente una tableta de chocolate sino todo el paquete. E incluso una más.

Pero el factor de fracaso no es el chocolate, o cualquier otro alimento, sino la pésima

mentalidad de la dieta. La tendencia más destructiva de las personas que hacen dieta son sus

formas de pensar, que boicotean su éxito. Esperamos la corrección rápida del peso y por

esto



actuamos a corto plazo, en lugar de invertir a largo plazo

. Pensamos en blanco-negro (es



un poco infantil ¿no? Especialmente si comparamos esto con otras acciones nuestras).

Separamos los alimentos en “buenos” o “malos”, e incluimos en los “malos” los alimentos

sabrosos y que engordan, y así convertimos los alimentos que nos gustan y tientan en

prohibidos. El chocolate o comer chocolate no son el problema. El problema es la mala

sensación después de comerlo.



¿Hay un camino mejor?



Lo hay, la fuerza de voluntad no tiene que ser para evitar los alimentos de la larga lista de

“alimentos prohibidos”. En lugar de esto definamos la fuerza de voluntad como la posibilidad

de elegir y la responsabilidad. Es decir comer algo incluido en lo correcto pero que realmente

queremos. E incluso si comimos más de lo que debemos, si reconocemos que somos los que

elegimos –y no nos mueven sin control–, podremos después continuar por nuestra senda sin

destruirnos.



Lógico y esperado



Las palabras claves acá son

posición a largo plazo y las palabras mágicas son adoptar



hábitos de alimentación y de vida sanos.

La realización de los cambios en las formas de



comer hay que realizarlas de a pocos y de forma constante, de los contrario fracasamos de

manera segura.

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